Las células eucariotas y procariotas representan las dos formas fundamentales de organización celular en los seres vivos, cada una con características distintivas que las definen.
Las células procariotas son más simples y pequeñas, con un tamaño típico entre 1-10 micrómetros. No poseen un núcleo definido por membrana y su material genético flota libremente en el citoplasma. Carecen de la mayoría de los orgánulos celulares que caracterizan a las células más complejas, como las mitocondrias, retículo endoplasmático o aparato de Golgi. Son típicas de bacterias y arqueas.
Por otro lado, las células eucariotas son más grandes y complejas, con un tamaño entre 10-100 micrómetros. Su característica más distintiva es la presencia de un núcleo verdadero rodeado por membrana nuclear, que contiene el material genético organizado en cromosomas. Poseen diversos organelos celulares especializados como las mitocondrias, que son las "centrales energéticas" celulares donde se produce ATP mediante la respiración celular. Las mitocondrias tienen una estructura compleja con dos membranas y crestas internas que aumentan su superficie. Existen dos tipos principales de células eucariotas: las células animales y las células vegetales, diferenciándose principalmente en que las vegetales poseen pared celular y cloroplastos para realizar la fotosíntesis. Los orgánulos de la célula eucariota trabajan coordinadamente para mantener todas las funciones vitales, como la producción de energía, síntesis de proteínas, secreción de sustancias y división celular.
La comprensión de estas diferencias estructurales y funcionales entre células eucariotas y procariotas es fundamental para entender la evolución y diversidad de la vida en nuestro planeta. Cada tipo celular está perfectamente adaptado a su función y nivel de complejidad, desde las bacterias unicelulares hasta las células especializadas que forman los tejidos de plantas y animales.