La replicación del ADN es un proceso fundamental para la vida que permite la transmisión de la información genética de una célula madre a sus células hijas. Este proceso semiconservativo ocurre durante la fase S del ciclo celular y requiere la participación de múltiples enzimas y proteínas.
Durante la replicación, la doble hélice del ADN se desenrolla gracias a las helicasas, formando la característica burbuja de replicación. La ADN polimerasa 3 es la enzima principal que sintetiza las nuevas cadenas de ADN siguiendo el principio de complementariedad de bases nitrogenadas (A-T, C-G). La replicación es bidireccional, lo que significa que avanza simultáneamente en ambas direcciones desde el origen de replicación. En la cadena adelantada, la síntesis es continua, mientras que en la cadena retrasada se forman los fragmentos de Okazaki que luego son unidos por la ligasa.
Los ácidos nucleicos (ADN y ARN) son biomoléculas esenciales compuestas por nucleótidos que contienen una base nitrogenada, un azúcar (desoxirribosa o ribosa) y un grupo fosfato. Las bases nitrogenadas pueden ser púricas (adenina y guanina) o pirimidínicas (citosina, timina y uracilo). El ADN almacena la información genética, mientras que el ARN participa en la expresión génica mediante los procesos de transcripción y traducción. La genética mendeliana establece las leyes básicas de la herencia, fundamentales para entender la transmisión de caracteres de padres a hijos, constituyendo así uno de los pilares del dogma central de la biología molecular. Este dogma explica el flujo de la información genética desde el ADN hasta las proteínas, pasando por el ARN como molécula intermediaria.