Los ecosistemas y sus componentes
Imagínate que tu barrio fuera un ecosistema: estarías tú y todos tus vecinos (la biocenosis), más todas las calles, edificios y parques (el biotopo). Un ecosistema funciona igual: es la suma de todos los seres vivos de una zona más todo lo físico que los rodea.
La biocenosis incluye desde las plantas y animales que ves fácilmente hasta las bacterias microscópicas que no puedes ver. El biotopo son las rocas, el agua, el aire, la luz solar... todo lo no vivo que influye en la vida.
Los ecosistemas pueden ser tan pequeños como un charco tras la lluvia o tan enormes como el océano Pacífico. Sus límites a veces son difusos porque la vida no entiende de fronteras humanas.
¡Dato curioso! Un ecosistema urbano como tu ciudad también cuenta: los gorriones, las palomas, los árboles de las calles y hasta las bacterias del asfalto forman parte de él.
Hábitat vs nicho ecológico
El hábitat es como la dirección donde vive una especie: "Vivo en el bosque mediterráneo". El nicho ecológico es más bien su "profesión": qué hace, de qué se alimenta, cuándo está activo.
En la sabana africana, las cebras, ñus y gacelas comparten hábitat, pero cada una tiene su nicho: las cebras comen hierba alta, los ñus la media, las gacelas la baja, y las jirafas las hojas de los árboles. ¡Así no compiten directamente por la comida!
Relaciones interespecíficas
Los seres vivos establecen relaciones fascinantes entre especies diferentes. La competencia interespecífica ocurre cuando dos especies luchan por lo mismo (como los cangrejos autóctonos vs los americanos). En la depredación, uno se come al otro matándolo, mientras que en el parasitismo uno se beneficia del otro sin matarlo normalmente.
También hay relaciones beneficiosas: en la simbiosis ambas especies se necesitan tanto que no pueden vivir separadas (como los líquenes). En el mutualismo ambas se benefician pero pueden vivir solas si es necesario.