Retratos Imperiales: Poder y Propaganda
En el Alto Imperio (siglo I d.C.), el retrato se idealizó siguiendo modelos griegos clásicos, pero conservando naturalidad. Los emperadores aparecían como dioses, con expresión serena para reforzar su poder absoluto.
Desarrollaron tres tipos de retratos imperiales: togatos (religiosos, como Pontífice Máximo), toracatos (militares, con coraza decorada) y apoteósicos (divinizados, con pies descalzos como las estatuas de dioses).
El relieve histórico tenía carácter propagandístico y se inauguró con el Ara Pacis de Augusto. Continuó en arcos conmemorativos y columnas como la de Trajano, integrando arquitectura y paisaje para dar profundidad.
Los retratos femeninos de la dinastía Flavia se volvieron súper elaborados, con peinados complicadísimos que seguían la moda del momento. La "Dama de la Permanente" (posiblemente Julia, hija de Tito) es el ejemplo perfecto de este estilo preciosista.
Con Adriano aparecieron bustos con barba y mayor naturalidad, con cabezas giradas y detalles increíbles como iris esculpidos en círculos concéntricos. Adriano, obsesionado con la cultura griega, mandó esculpir montones de imágenes de su amante Antínoo.
💡 Evolución artística: Desde finales del siglo II, el retrato se hizo más realista y expresivo. El Busto de Caracalla es paradigmático: expresión dura, ceño fruncido y un verismo psicológico brutal.