Imagínate el mundo como un gran barrio donde cada casa es un país. El Derecho Internacional Público son las reglas que establecen cómo deben convivir estos "vecinos" sin pelearse.

Este sistema jurídico tiene dos características clave: es planetario (se aplica a todos los Estados del mundo) y tiene variedad de sujetos (no solo Estados, sino también organizaciones como la ONU). Los individuos como tú y yo tenemos muy poca participación directa en este sistema.

Las funciones principales son garantizar que cada Estado tenga derechos y deberes claros, y delimitar exactamente dónde puede ejercer cada país su soberanía (su poder de decisión). Es como tener límites claros entre las casas del barrio.

El derecho internacional se forma principalmente de dos maneras: las normas consuetudinarias (costumbres que los Estados repiten constantemente) y los tratados internacionales (acuerdos escritos entre países).

¡Importante! A diferencia del derecho de tu país, aquí las costumbres son más importantes que las leyes escritas.

El Derecho Internacional experimentó su gran revolución en el siglo XIX cuando los países decidieron cooperar pacíficamente en lugar de estar siempre en guerra. Esto llevó a la creación de las primeras organizaciones internacionales como la ONU en 1949.

La descolonización fue otro momento clave. Cuando las antiguas colonias se independizaron y obtuvieron plenos derechos, el derecho internacional se volvió verdaderamente universal. Ya no era solo cosa de unos pocos países poderosos.

Hoy vivimos en un mundo globalizado donde el dinero, la información y las inversiones cruzan fronteras sin control. Esto crea dos efectos importantes: por un lado, la interdependencia entre países (lo que hace uno afecta a todos los demás), y por otro, la dificultad de los Estados para proteger a sus ciudadanos.

Un ejemplo positivo de esta interdependencia son los Derechos Humanos: principios que todos los países deben respetar sin excepción.

Piénsalo así: Es como si las fronteras se hubieran vuelto más porosas, permitiendo que pasen muchas cosas buenas y malas entre países.

Los principios estructurales son como los pilares fundamentales de una casa: sin ellos, todo el sistema se vendría abajo. Fueron establecidos en la famosa Resolución 2625 de la ONU y son siete principios básicos.

Los más importantes incluyen: no usar la fuerza contra otros países (nada de guerras o amenazas), resolver controversias de forma pacífica (hablar antes que pelear), no interferir en los asuntos internos de otros Estados, y cooperar entre todos.

También están los principios de igualdad de derechos de los pueblos para decidir su futuro, igualdad soberana de todos los Estados (sin importar si son ricos o pobres), y actuar siempre de buena fe en los acuerdos.

Curiosamente, algunos principios importantes como la protección del medio ambiente no están incluidos porque se reconocieron después de 1972. Es un sistema que va evolucionando con los tiempos.

Dato curioso: Estos principios no solo son reglas, sino que también reflejan los valores que la comunidad internacional considera más importantes.

Además de los estructurales, existen los principios generales que se aplican a sectores específicos del derecho internacional, aunque rara vez se usan para resolver casos concretos.

Las normas internacionales son las reglas específicas que dicen qué puedes hacer, qué no puedes hacer, o qué debes hacer. Se pueden clasificar de muchas maneras diferentes según varios criterios.

Según sus destinatarios, pueden ser generales (para todos los países) o particulares (para un grupo específico). Por los intereses que protegen, pueden ser de alcance general (benefician a toda la comunidad internacional) o especiales (solo a ciertos grupos de Estados).

La clasificación más importante es por su grado de obligatoriedad: las normas dispositivas se pueden cambiar si los países están de acuerdo, pero las imperativas o de ius cogens son absolutamente obligatorias y no se pueden modificar. Violar estas últimas puede hacer que un tratado sea completamente nulo.

También se clasifican por cómo se crean: pueden surgir de tratados internacionales (acuerdos escritos), costumbres internacionales (prácticas repetidas de los Estados), o actos de organizaciones internacionales.

Recuerda: Las normas imperativas son como las reglas básicas de convivencia que no se pueden negociar, como "no matar" en el derecho penal.

El sistema jurídico internacional funciona como un edificio de tres pisos, cada uno con su propia función y características. Es mucho más organizado de lo que podrías imaginar.

El primer piso son las relaciones de coexistencia: aquí los países simplemente aprenden a vivir juntos sin pisotearse. Se basa en que todos los Estados son soberanos e iguales, con normas principalmente consuetudinarias. Es un sistema horizontal donde nadie manda sobre los demás.

El segundo piso son las relaciones de cooperación: aquí los países trabajan juntos para conseguir objetivos comunes. Se hace principalmente a través de tratados multilaterales y organizaciones internacionales como la ONU (cooperación) o la UE (integración). Tiene cierto carácter vertical porque las organizaciones pueden tomar decisiones.

El tercer piso protege los intereses fundamentales de toda la comunidad internacional: son las normas que benefician a la humanidad entera, como los derechos humanos o la protección del medio ambiente. Cualquier país puede exigir su cumplimiento, no solo el afectado.

Analogía útil: Es como un condominio donde tienes reglas para no molestar (coexistencia), proyectos comunes (cooperación), y normas para el bienestar de todos (intereses comunes).

Una de las características más curiosas del derecho internacional es su relatividad: como regla general, un país solo queda obligado por las normas a las que ha dado su consentimiento. Es como un club al que solo te unes si quieres.

En las normas consuetudinarias existe la figura del objetor persistente: si un Estado se opone constantemente desde el inicio a una nueva costumbre internacional, esa norma no le será aplicable. Es como decir "yo nunca estuve de acuerdo con esta regla".

Para los tratados internacionales, el artículo 34 del Convenio de Viena es claro: "Un tratado no crea obligaciones ni derechos para un tercer Estado sin su consentimiento". Sin embargo, hay excepciones cuando los Estados firmantes tienen intención de que el acuerdo obligue a todos.

Los nuevos Estados se encuentran con un ordenamiento internacional ya establecido al que no han podido dar su consentimiento. Aun así, quedan automáticamente vinculados por los principios estructurales básicos desde su independencia.

Importante: Esta relatividad tiene límites: las normas imperativas (ius cogens) obligan a todos los Estados sin excepción.

La unidad del sistema se mantiene a pesar de la existencia de múltiples organizaciones internacionales y jurisdicciones. El derecho internacional forma un sistema coherente donde las normas se interpretan en relación unas con otras.

No todas las normas internacionales son negociables. Las normas imperativas o de ius cogens son como las reglas fundamentales de la convivencia humana que nadie puede cambiar por conveniencia.

Según el artículo 53 del Convenio de Viena, estas normas son "aceptadas y reconocidas por la comunidad internacional de Estados en su conjunto" y "no admiten acuerdo en contrario". Si un tratado va contra una de estas normas, es completamente nulo.

Las características de estas normas especiales son: deben ser de derecho internacional general (no particular de algunos países), reconocidas por la comunidad en su conjunto, y consideradas esenciales para la existencia misma del sistema internacional.

El Convenio de Viena no lista cuáles son estas normas imperativas, sino que deja que sea la Corte Internacional de Justicia quien decida caso por caso. Esto le da flexibilidad al sistema para adaptarse a nuevos valores fundamentales.

Conexión importante: Las normas de ius cogens están íntimamente relacionadas con las obligaciones erga omnes (obligaciones hacia toda la comunidad internacional).

Estas normas representan un límite fundamental al relativismo del derecho internacional y son el instrumento para proteger los valores más esenciales de la humanidad.

El mundo es diverso: diferentes culturas, economías e ideologías coexisten en la comunidad internacional. Esto crea una tensión constante entre tener normas universales para todos y normas particulares para grupos específicos.

El derecho internacional general está destinado a regir todas las relaciones jurídicas de la comunidad internacional. Pero la realidad es que grupos de Estados con afinidades comunes (geográficas, culturales, económicas) desarrollan su propio derecho particular.

La interacción entre ambos sistemas sigue la regla "lex specialis derogat generalis": la norma particular prevalece sobre la general, pero solo en su ámbito específico y solo para los Estados que la han creado.

Hay una diferencia procesal importante: mientras que el derecho general se presume conocido, quien invoca una norma particular ante un tribunal internacional debe probar su existencia y vigencia.

El límite absoluto a esta diversidad son las normas imperativas de carácter general. Frente a una norma de ius cogens, no se puede invocar ninguna norma particular que la contradiga.

Ejemplo práctico: Los países de la Unión Europea tienen normas particulares entre ellos, pero no pueden crear reglas que violen derechos humanos fundamentales.

Una pregunta crucial es: ¿qué pasa cuando un tribunal internacional se enfrenta a un caso para el que no existe una norma clara? La respuesta es que nunca pueden abstenerse de decidir (principio del "non liquet").

La plenitud del ordenamiento significa que el sistema debe tener respuesta para cualquier cuestión jurídica. Los tribunales internacionales siempre han encontrado una forma de resolver los casos, incluso cuando parecía no haber normas aplicables.

Un caso famoso fue el dictamen de 1996 sobre armas nucleares, donde la Corte Internacional de Justicia reconoció que no podía pronunciarse definitivamente, pero aun así ofreció orientaciones jurídicas importantes.

La codificación es el proceso de convertir las costumbres internacionales (normas no escritas) en tratados escritos y organizados sistemáticamente. Es como pasar de reglas orales a un código escrito.

Este proceso tiene características especiales: al no existir un legislador mundial, son los propios Estados quienes codifican a través de tratados. Esto limita la eficacia general del resultado, ya que solo obliga a quienes firman.

Organización clave: La Comisión de Derecho Internacional de la ONU es el órgano principal que impulsa la codificación oficial.

La codificación internacional es necesariamente sectorial (por áreas específicas) debido a la complejidad y diversidad del sistema internacional.