El canto gregoriano representa una de las expresiones musicales más significativas de la EDAD MEDIA, caracterizado por su naturaleza monódica y su profunda conexión con la liturgia católica.
La monodia del canto gregoriano se distingue por ser una melodía única cantada al unísono, sin acompañamiento instrumental. Esta característica fundamental contrasta con la posterior aparición de la polifonía medieval, que incorporaría múltiples líneas melódicas simultáneas. Entre las principales características del canto gregoriano destacan: el uso exclusivo de voces masculinas, la ausencia de instrumentos musicales, el empleo del latín como lengua litúrgica, el ritmo libre basado en el texto, y su carácter modal.
El origen del canto gregoriano se remonta al siglo VI, cuando el Papa Gregorio I unificó los diferentes cantos litúrgicos existentes. La función del canto gregoriano era principalmente religiosa, sirviendo como vehículo para la oración y la alabanza divina. En cuanto a la notación musical, los primeros signos musicales conocidos como neumas, marcaron el inicio de la historia de la notación musical. Estos evolucionaron desde simples indicaciones de altura relativa hasta sistemas más precisos como la notación musical antigua con tetragrama, precursora de la notación musical actual en pentragrama. Los diferentes tipos de canto gregoriano incluían el tractus, el gradual, el aleluya y otros, cada uno con su función específica dentro de la liturgia. La monodia profana, por su parte, se desarrolló paralelamente en el ámbito secular, mientras que la monodia acompañada surgió posteriormente como una evolución que incorporaba instrumentos. Esta rica tradición musical sentó las bases para el desarrollo de la música polifónica y la evolución de la escritura musical occidental.