Ecuaciones Matriciales - Casos Básicos
Resolver ecuaciones matriciales es como despejar una incógnita normal, pero con algunas reglas especiales. Lo más importante es recordar que las matrices no son conmutativas (A·B ≠ B·A).
Para ecuaciones del tipo A·B - X = C, simplemente despejas X como harías normalmente: X = AB - C. Aquí no hay mayor complicación porque X aparece sola.
Cuando tienes AX = B, necesitas "dividir" entre A, pero en matrices esto significa multiplicar por la matriz inversa: X = A⁻¹B. Fíjate que A⁻¹ va a la izquierda porque A estaba multiplicando a X por la izquierda.
¡Ojo! El orden de multiplicación es crucial. Si A está a la izquierda de X, su inversa también debe ir a la izquierda del resultado.
Para casos como BX - A = C, primero agrupas: BX = C + A, y luego aplicas la inversa: X = B⁻¹C+A. Cuando X está a la derecha, la inversa también va a la derecha del paréntesis.
Las ecuaciones más complejas como AX + D = BX requieren factorizar: A−BX = -D, por lo que X = A−B⁻¹−D. Y en casos como AX + 2X = B, factorizas sacando X: A+2IX = B, donde I es la matriz identidad.