El teatro español del siglo XX, con las excepciones de Valle y Lorca, es bastante pobre, tanto en lo teatral como en lo dramático. En el período que nos ocupa hay dos modelos teatrales: uno que triunfa, que goza del favor del público y otro que no alcanza éxito pese a su superior literario.
Teatro popular
Drama burgués
El drama burgués realista y suavemente crítico, se trata de un teatro continuador del realismo del XIX, renovando algunos aspectos para adaptarse a los gustos del público burgués; su principal representante es Jacinto Benavente con "Los intereses creados" (1907) y "La malquerida" (1913).
Teatro costumbrista
El teatro costumbrista de raíz romántica y sin pretensiones críticas: su único propósito es entretener al público; dentro de esta tendencia se encuadran los hermanos Álvarez Quintero con "El genio alegre" (1907); Carlos Arniches, autor regionalista madrileño y creador de la tragedia grotesca "La señorita de Trevélez" (1916); y Pedro Muñoz Seca, inventor de astracán, parodia en verso del teatro romántico con "La venganza de don Mendo" (1918).
Drama en verso modernista
El drama en verso modernista, de ideología marcadamente conservadora y tradicional, con continuas alusiones al glorioso pasado del imperio español; representantes Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.
Teatro innovador
Frente a este teatro de éxito se levantan otras tendencias más innovadoras e interesantes literariamente. En líneas generales puede hablarse de dos experiencias teatrales: El teatro del 98 y el novecentismo representados por autores como Unamuno, Azorin, Ramón Gómez de la Serna y Jacinto Grau. También el teatro del 27 representado por autores como Salinas, Max Aub, Alberti, Miguel Hernández, Jardiel Poncela y Miguel Mihura; los dos últimos renovadores del teatro humorístico.
Valle-Inclán
Valle-Inclán es el autor más importante del teatro español del siglo y uno de los fundamentales de la escena mundial. Su obra sigue en constante evolución hasta llegar a su gran creación: el Esperpento con "Luces de Bohemia" y "Martes de Carnaval", una visión grotesca y deformada de la realidad.
García Lorca
García Lorca es el referente principal del teatro del 27. Su obra es variada, plena de elementos líricos y surrealistas. En su obra dramática se distinguen tres etapas: La etapa inicial, la etapa vanguardista y su etapa de plenitud comprende las obras escritas entre 1933 y 1936; entre ellas "Bodas de sangre" (1923), "Yerma" (1934), "Doña Rosita la soltera" (1935), y por último "La casa de Bernarda Alba" (1936).
En resumen, el teatro español del siglo XX tuvo su época de esplendor con autores como Valle-Inclán y García Lorca, pero también se destacaron otros dramaturgos que influyeron en la evolución teatral, haciendo que esta etapa sea recordada por algunas de las mejores obras de teatro del siglo 20.