Los Grandes Novelistas del 98
Unamuno revolucionó el género con sus "nivolas", obras donde el diálogo era más importante que la trama. En Niebla y San Manuel Bueno, mártir explora el eterno conflicto entre fe y razón que tanto le obsesionaba.
Baroja fue el novelista por excelencia del grupo. Sus protagonistas en El árbol de la ciencia viven un aprendizaje vital marcado por el pesimismo, aunque algunos encuentran fuerzas para seguir luchando.
Azorín desarrolló un estilo fragmentado y minucioso en La voluntad. Sus descripciones casi fotográficas crean un ritmo lento pero hipnótico.
Valle-Inclán evolucionó desde el modernismo de las Sonatas hasta su etapa esperpéntica con Tirano Banderas. También destacan Carmen de Burgos y Concha Espina, pioneras del periodismo y la narrativa femenina.
Recuerda: Cada autor tenía su propio estilo, pero todos compartían la preocupación por España y la renovación narrativa.