Literatura y estética romántica: El arte de la pasión
Los románticos tenían claro que la literatura debía transformar la sociedad, no solo entretener. Sus temas favoritos eran el pasado histórico nacional, la Edad Media, el mundo árabe y personajes míticos como Don Juan.
Los sentimientos dominaban por encima de la razón. Escribían sobre melancolía, individualismo, rebeldía ante el mundo y, por supuesto, amor apasionado. También les fascinaban los conflictos sociales, especialmente los personajes marginados pero libres como mendigos o bandoleros.
Su estética era pura renovación artística. La naturaleza se convirtió en confidente del héroe - pero no cualquier naturaleza, sino una salvaje y pesimista: mares bravos, cementerios, noches oscuras. Llenaron sus obras de misterio, elementos sobrenaturales, pesadillas y alucinaciones.
El dramatismo era su sello personal. Su lenguaje era súper exagerado: montones de adjetivos, palabras esdrújulas, interrogaciones, exclamaciones, antítesis y metáforas por todos lados.
¡Dato curioso! Los románticos eligieron ciudades como Salamanca y Toledo como escenarios porque les parecían más misteriosas y melancólicas.