El Neoclasicismo: Arte con Propósito
¿Te imaginas un arte que tuviera como objetivo principal enseñar algo? Eso es exactamente lo que buscaba el neoclasicismo en el siglo XVIII, también conocido como el Siglo de las Luces.
Este movimiento artístico se inspiró en el arte grecorromano y renacentista, pero con un giro moderno. Los artistas neoclásicos valoraban por encima de todo la sencillez, claridad, armonía y sobriedad - todo lo opuesto al arte barroco que era muy recargado y dramático.
Lo más interesante del neoclasicismo es su didactismo y moralidad. No se creaba arte solo por placer estético, sino que cada obra tenía que transmitir valores morales que ayudaran a las personas a mejorar como seres humanos.
El racionalismo dominaba todo: se rechazaban los conocimientos impuestos y solo se aceptaba lo que podía demostrarse con la razón y la experiencia. En literatura, esto significaba que la razón era más importante que los sentimientos.
💡 Dato clave: El teatro neoclásico recuperó las famosas "tres unidades" clásicas: una sola acción, un solo lugar y máximo 24 horas de tiempo narrativo.
Las Fábulas: Animales que Nos Enseñan
Las fábulas de animales se convirtieron en el género perfecto para el espíritu neoclásico. ¿Por qué usar animales para representar a humanos? Porque creaba la distancia perfecta para que los lectores pudieran ver claramente virtudes y defectos sin sentirse atacados directamente.
Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego fueron los maestros españoles de este género. Sus fábulas tenían un lenguaje sencillo y directo, con rimas que facilitaban memorizar las enseñanzas.
Estas obras seguían una estructura muy clara: primero venía la parte narrativa (la historia que servía de ejemplo) y después la parte reflexiva (la moraleja que todos debían aprender).
Teatro Neoclásico: La Vida Real en el Escenario
Al principio del siglo XVIII, el público todavía prefería el teatro barroco, pero hacia el final se desarrolló la comedia de buenas costumbres o comedia neoclásica.
Este nuevo teatro respetaba las tres unidades clásicas: una sola acción por obra, todo ocurría en un mismo lugar, y la historia no duraba más de 24 horas. Los protagonistas eran personas de clase media viviendo situaciones cotidianas muy parecidas a la vida real.
El objetivo era claro: usar el teatro como herramienta para difundir buenas costumbres e ideas ilustradas. Cada obra era una lección moral disfrazada de entretenimiento.
💡 Recuerda: La verosimilitud era clave - los personajes hablaban y actuaban exactamente como lo harían en la vida real según su clase social.