Grandes figuras del Realismo español
Emilia Pardo Bazán (1852-1921) fue una aristócrata valiente que defendió públicamente el Naturalismo a pesar de las críticas. Sus obras abordan temas impensables para su clase social: "La tribuna" trata una huelga obrera liderada por una mujer, mientras que "Los pazos de Ulloa" retrata magistralmente el declive de la aristocracia rural gallega.
En "Los pazos de Ulloa", don Pedro vive en un señorío corrupto donde Primitivo y Sabel manejan los hilos del poder. Su matrimonio con Nucha acaba en tragedia cuando ella muere abandonada, mientras Perucho, hijo ilegítimo, se convierte en heredero. La obra es una crítica feroz a la corrupción y decadencia social.
Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) representa el mejor Naturalismo español. Sus novelas muestran enfrentamientos entre clases sociales y la presión del medio sobre los personajes. "La barraca", "Cañas y barro" y "Arroz y tartana" retratan brillantemente la realidad valenciana.
El Naturalismo tiene características ideológicas y literarias específicas. Ideológicamente: concepción determinista (la herencia y el ambiente condicionan la conducta), denuncia de injusticias burguesas, e intencionalidad reformista. Literariamente: novelas extensas con poca acción, descripciones objetivas y minuciosas, preferencia por personajes colectivos (la mina, la fábrica), y lenguaje científico mezclado con habla popular.
Los rasgos generales del Realismo incluyen observación minuciosa como método científico, ambientación en el presente cercano, intención sociopolítica según la ideología del autor, estilo claro y preciso, y predominio absoluto de la novela como género ideal para reflejar la realidad completa.
Clave metodológica: Los realistas trabajaban como científicos sociales, documentándose exhaustivamente antes de escribir sus novelas.