El mester de clerecía
El mester de clerecía surge en el siglo XIII como escuela poética culta con voluntad de diferenciarse. Sus características fundamentales aparecen ya en la primera estrofa del Libro de Alexandre: lenguaje claro y artístico, uso de la cuaderna vía (estrofas de cuatro versos alejandrinos con rima consonante), temas principalmente religiosos y finalidad didáctica.
Aunque se presenta como opuesto al mester de juglaría, en la práctica ambas escuelas compartían muchos recursos: los clérigos utilizaban técnicas juglarescas para conectar con el público y los juglares también trataban temas religiosos. Esta escuela atraviesa dos etapas:
- Siglo XIII: con temas religiosos e históricos en cuaderna vía (Gonzalo de Berceo, Libro de Alexandre, Libro de Apolonio)
- Siglo XIV: rompe la unidad temática y métrica (Arcipreste de Hita, Canciller Ayala)
Gonzalo de Berceo, nuestro primer autor conocido, desarrolló su obra en los monasterios de San Millán y Santo Domingo de Silos. Su obra más importante, Milagros de Nuestra Señora, consta de veinticinco relatos precedidos de una introducción alegórica. Cada milagro sigue una estructura fija: presentación del personaje (pecador pero devoto de la Virgen), castigo por sus pecados, intercesión de la Virgen que lo salva, y petición final al público para que alabe a María.
Berceo, que se definía como "juglar de Dios", utiliza un estilo que combina elementos cultos y populares: alusiones al público, frases hechas, imágenes cotidianas, diminutivos, humor y un tono coloquial que acerca los temas religiosos al público sencillo.
El Arcipreste de Hita y el Libro de buen amor
En el siglo XIV la mentalidad medieval comienza a transformarse. Los autores adoptan una actitud más crítica hacia la sociedad y expresan lo humano con mayor amplitud. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, ejemplifica esta evolución en su Libro de buen amor.
Esta obra monumental (más de 7.000 versos) narra una autobiografía erótica ficticia mezclando elementos muy diversos: ejemplos morales, composiciones líricas religiosas y amorosas, sátiras, alegorías y reflexiones didácticas. Su estilo es variado y vitalista, usando principalmente la cuaderna vía pero incorporando otras formas métricas populares.
💡 El Libro de buen amor es intencionadamente ambiguo: el autor defiende que enseña los peligros del "loco amor" (carnal), pero también admite que puede mostrar cómo disfrutarlo. Esta libertad interpretativa es sorprendentemente moderna para su época.
La intención del libro sigue siendo debatida: ¿didáctica, artística o ambas? El Arcipreste deja al lector la capacidad de decidir qué enseñanza extraer, mostrando una sorprendente modernidad. La obra refleja fielmente la sociedad del siglo XIV: la convivencia cultural de las tres religiones, el poder del dinero, la corrupción del clero y las relaciones amorosas de la época.