La Ilustración en el Siglo XVIII
¿Te imaginas una época donde los escritores creían que podían cambiar el mundo solo con la razón? Eso es exactamente lo que pasó en el siglo XVIII con la Ilustración. Este movimiento europeo recuperó las ideas racionalistas del humanismo del siglo XV, dejando atrás la espiritualidad barroca.
En España las cosas fueron diferentes. Por motivos religiosos y políticos, solo una minoría pudo participar realmente en este cambio. La palabra "literatura" abarcaba cualquier escrito sobre cualquier tema del saber, por eso conceptos como ciencia, progreso y educación aparecen constantemente en las obras.
El lenguaje sencillo era la clave de todo. Los escritores seguían el ideal del "justo medio" y el "buen gusto" neoclásico porque querían que todo el mundo entendiera sus ideas didácticas y moralizantes. Esta simplicidad ayudaba a que los lectores comprendieran mejor los nuevos conceptos que se querían transmitir.
¡Dato curioso! El "justo medio" hizo que se separaran claramente los géneros literarios y que en el teatro se respetaran las famosas tres unidades: acción, lugar y tiempo.
El ensayo se convirtió en el género favorito de los ilustrados. Feijoo, Luzán y especialmente Jovellanos (considerado el mejor representante de la Ilustración española) dominaron este tipo de escritos didácticos. También el teatro fue fundamental para difundir las nuevas ideas, aunque hubo mucha polémica porque el público prefería el espectáculo mientras los intelectuales defendían un teatro racional y educativo.
Moratín destacó con sus comedias de buenas costumbres como "El sí de las niñas", respetando las tres unidades y usando un lenguaje sencillo. Por último, José Cadalso merece mención especial por cultivar todos los géneros y crear obras como "Noches lúgubres" y "Cartas marruecas".