La Poesía Social y el Realismo Mágico
Tras la Guerra Civil, España quedó sumida en una dictadura represiva que dio origen a la poesía social, un movimiento que utilizó la literatura como herramienta de denuncia. A diferencia de la poesía existencial de los 40, más introspectiva, los poetas sociales de los 50 y 60 buscaban transformar la sociedad.
Esta poesía se caracterizaba por su compromiso con la realidad, abordando temas como la represión franquista y la pobreza. Empleaba un lenguaje claro y directo para llegar a un público amplio, evitando el hermetismo de las vanguardias. Sus principales representantes fueron Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro, quienes alternaban entre el testimonio y la reivindicación.
🌟 La poesía social demuestra que los versos pueden ser un arma poderosa contra la injusticia. Estos poetas arriesgaron mucho para dar voz a quienes no podían hablar.
En contraste, el realismo mágico surgió en Latinoamérica como una corriente que mezclaba lo real y lo fantástico sin ruptura aparente. Formalmente, se distingue por un lenguaje elaborado y poético que normaliza lo sobrenatural mediante un tono neutro y objetivo. El narrador omnisciente no se sorprende ante lo extraordinario, contribuyendo a la integración de lo mágico en lo cotidiano.
Los autores del realismo mágico, como García Márquez y Allende, emplean estructuras narrativas complejas con saltos temporales y simultaneidad. La ambigüedad deliberada entre lo real y lo fantástico crea un universo donde lo extraordinario se acepta como parte natural del mundo narrado.