Las conquistas y la afrenta de Corpes
El gran objetivo del Cid durante su destierro es conquistar Valencia. Su campaña militar es imparable: primero somete las tierras del Henares, las fronteras de Soria, las del Jalón, el Jiloca, el Bajo Aragón y el Maestrazgo, para finalmente adentrarse en tierras valencianas por Olocau del Rey.
Sus primeras conquistas valencianas incluyen Jérica, Onda, Almenara y Burriana, estableciendo su base en Sagunto. Tras romper el cerco en Sagunto y capturar El Puig, saquea Cullera, Játiva y Denia. Finalmente logra tomar Valencia y, a pesar de los intentos de los reyes de Sevilla y Marruecos por recuperarla, el Cid se mantiene como señor de la ciudad.
La conquista de Valencia representa el mayor triunfo del Cid y le permite obtener el perdón del rey Alfonso VI. Lo más importante para él es poder reunirse con su familia —Doña Jimena y sus hijas Elvira y Sofía—, a quienes había dejado en el monasterio de San Pedro de Cardeña. El reencuentro ocurre en primavera, y el Cid las lleva a lo alto del alcázar para contemplar el mar y la hermosa huerta valenciana.
💡 Según Azorín, este momento es particularmente emotivo porque las hijas del Cid ven el mar por primera vez en sus vidas, creando una experiencia inolvidable.
El episodio de la afrenta de Corpes representa uno de los momentos más dramáticos del Cantar. Los infantes de Carrión, casados con las hijas del Cid por ambición social, deciden vengarse por haberse sentido humillados en el incidente del león. En el robledal de Corpes, maltratan brutalmente a doña Elvira y doña Sol, golpeándolas con las correas de las monturas y usando las espuelas hasta dejarlas inconscientes y ensangrentadas. Este acto cobarde desencadena la justa ira del Cid, quien buscará justicia a través de un duelo judicial donde los infantes serán finalmente deshonrados.