Modernismo y Generación del 98: Dos caras de la renovación literaria
¿Te imaginas escribir para escapar de la realidad? Eso es exactamente lo que hicieron los modernistas a principios del siglo XX. Rechazaban lo cotidiano y buscaban la belleza absoluta, considerándose una élite artística capaz de crear arte inalcanzable para otros.
Su escritura era pura música convertida en palabras. Mezclaban pintura, música y literatura en imágenes sensoriales increíbles, usando cultismos y helenismos para enriquecer el lenguaje. Rubén Darío fue su maestro indiscutible con Azul y Prosas profanas, mientras que Valle-Inclán, los hermanos Machado y Juan Ramón Jiménez completaban esta revolución estética.
La Generación del 98 tomó un camino completamente diferente. Estos autores miraban directamente los problemas de España y se preguntaban cómo regenerar el país. Veían en el paisaje de Castilla la esencia de una España que debía renacer y exploraban temas existenciales profundos.
Sus grandes figuras incluyen a Unamuno (con su eterno conflicto entre razón y fe en Niebla), Pío Baroja (y su pesimismo social en El árbol de la ciencia), y Azorín (con su prosa detallista). Antonio Machado conectó ambos movimientos, pasando del modernismo inicial a la reflexión nacional de Campos de Castilla.
💡 Dato clave: Muchos autores transitaron entre ambos movimientos, lo que demuestra que nacieron del mismo contexto histórico pero con respuestas muy diferentes.
El teatro español: Entre lo comercial y lo innovador
El teatro español de esta época te va a sorprender por su doble personalidad. Por un lado, el teatro comercial triunfaba entre la burguesía con tres estilos bien definidos que conoces perfectamente.
Jacinto Benavente creaba comedias burguesas (aunque tuvo que suavizar su crítica tras el rechazo del público), Carlos Arniches desarrollaba el teatro cómico con sainetes como El santo de la Isidra, y los hermanos Álvarez Quintero retrataban el costumbrismo andaluz en obras como Mariquilla Terremoto. Eduardo Marquina completaba este panorama con su teatro poético que exaltaba el pasado glorioso español.
Pero paralelamente surgía algo revolucionario: el teatro innovador. Influido por las vanguardias europeas, rompía con toda la mediocridad anterior, aunque no siempre encontraba su público.
Valle-Inclán fue su gran genio, evolucionando desde un primer ciclo modernista (El marqués de Bradomín) hasta crear el esperpento en Luces de Bohemia. Esta estética deformante y grotesca presentaba personajes caricaturescos y deshumanizados para criticar duramente la sociedad española.
🎭 Recuerda: El esperpento de Valle-Inclán es una de las creaciones más originales del teatro español: deformación grotesca para mostrar la decadencia social.