Napoleón: de revolucionario a emperador europeo
Napoleón Bonaparte llegó al poder en 1799 con un golpe de estado, prometiendo orden después de años de caos revolucionario. En 1804 se coronó emperador, pero no para volver al Antiguo Régimen, sino para consolidar las reformas revolucionarias.
Sus logros fueron impresionantes: creó el Código Civil Napoleónico que garantizaba igualdad ante la ley, fundó el Banco de Francia, estabilizó la economía y firmó el Concordato con la Iglesia para tener paz religiosa. Básicamente, modernizó Francia desde cero.
Militarmente, Napoleón conquistó casi toda Europa entre 1807 y 1812. Puso a sus hermanos como reyes en países ocupados y trató de aislar económicamente a Gran Bretaña. Pero la cosa se torció: la derrota en Rusia fue catastrófica, y las coaliciones europeas lo derrotaron definitivamente en Waterloo (1815).
El legado revolucionario que cambió el mundo
Estas revoluciones no fueron solo eventos históricos, sino el nacimiento del mundo moderno. La Revolución Americana demostró que se podía crear una república democrática exitosa, mientras que la Revolución Francesa acabó para siempre con la sociedad estamental y los privilegios feudales.
El impacto fue brutal: inspiraron las independencias de América Latina, extendieron las ideas ilustradas por Europa y establecieron principios que seguimos usando hoy. Conceptos como soberanía nacional, separación de poderes y derechos individuales nacieron aquí.
Reflexiona: Sin estas revoluciones, probablemente seguiríamos viviendo bajo monarquías absolutas sin derechos ni libertades. ¡Tu móvil, tu libertad de expresión y hasta el derecho a estudiar vienen de estas luchas!