Los Nacionalismos: Unificar y Separar (1848-1871)
El nacionalismo nació durante las guerras napoleónicas, cuando los pueblos ocupados desarrollaron un sentimiento de rechazo hacia los extranjeros. Entre 1815 y 1848 maduró, alimentado por el Romanticismo y la exaltación de la lengua, historia y religión propias.
Había dos tipos de nacionalismo: el disgregador (separarse de imperios grandes) y el unificador (unir territorios dispersos). Los primeros tuvieron poco éxito salvo Bélgica (se separó de Holanda) y Grecia (del Imperio turco). Los segundos protagonizaron las grandes unificaciones del siglo.
Italia y Alemania siguieron procesos similares: ambos habían conocido las ideas napoleónicas, tenían una burguesía emprendedora que necesitaba mercados unificados, y contaron con movimientos juveniles románticos y liderazgos decididos.
Factores clave: La expansión económica fue el preludio de la unificación política. Sin mercados comunes y libertad comercial, la unidad política era imposible.
La unificación italiana (1849-1870) tuvo tres fases: primero, el Piamonte-Cerdeña de Víctor Manuel II se alió con Francia contra Austria y obtuvo Lombardía. Segundo, Garibaldi y sus "camisas rojas" conquistaron el sur, incorporando Sicilia y Nápoles. Tercero, la derrota austriaca ante Prusia permitió anexionar Venecia, y la caída de Napoleón III liberó Roma.
La unificación alemana (1859-1871) fue obra de Prusia y su canciller Bismarck. Primero creó una unión aduanera entre estados alemanes. Después derrotó a Austria en 1866, expulsándola de los asuntos alemanes. Finalmente, provocó y ganó la guerra contra Francia (1870-1871), lo que permitió proclamar el Segundo Reich alemán en Versalles.