Amadeo I: El rey extranjero que nadie quería (1870-1873)
Imagínate que te eligen para ser el líder de un grupo donde casi nadie te quiere. Esa fue la situación de Amadeo de Saboya, el rey italiano que las Cortes eligieron para España. Su reinado fue un auténtico calvario desde el primer día.
Tenía enemigos por todos lados: los alfonsinos querían que volvieran los Borbones, los carlistas iniciaron la Tercera Guerra Carlista, y los republicanos directamente no querían ningún rey. Para colmo, cuando murió Prim (su único apoyo real), se quedó completamente solo.
La situación se volvió tan insostenible que en 1873 Amadeo I decidió abdicar. Su mensaje fue claro: "Los españoles son ingobernables". Con su renuncia, España se quedó sin rey y las Cortes proclamaron la Primera República.
Dato clave: Amadeo I fue el único rey extranjero que España tuvo en el siglo XIX, y su reinado duró menos de tres años.
La Primera República: Seis años de experimentos (1873-1874)
La Primera República Española fue como un laboratorio político donde se probaron ideas que estaban décadas adelantadas a su tiempo. Los republicanos querían crear una república federal donde cada región tuviera más autonomía, pero esto generó más problemas que soluciones.
Los republicanos se dividieron en dos bandos que no se soportaban: los unitarios (que querían un Estado centralizado) y los federales (que apostaban por la descentralización). Los federales más radicales promovieron el cantonalismo, donde ciudades enteras intentaron declararse independientes. Era el caos total.
A pesar de todo, la República consiguió aprobar reformas importantes como la abolición de la esclavitud en las colonias y la prohibición del trabajo infantil. Pero con la Tercera Guerra Carlista activa, la guerra en Cuba y las divisiones internas, el sistema se desmoronó.
En 1874, el golpe de Pavía disolvió las Cortes y poco después el pronunciamiento de Martínez Campos proclamó a Alfonso XII como rey, acabando definitivamente con el Sexenio Democrático.
Dato clave: El cantonalismo fue un movimiento único en Europa, donde ciudades como Cartagena se declararon cantones independientes con sus propios gobiernos.