Las revoluciones del siglo XIX: 1820, 1830 y 1848
Las ideas de liberalismo y nacionalismo eran imposibles de erradicar. El liberalismo defendía la libertad individual, la propiedad privada y la limitación del poder político mediante parlamentos, división de poderes y sufragio censitario. Económicamente, promovía el libre mercado sin intervención estatal.
El nacionalismo nació con la idea de nación como comunidad con lengua, cultura, religión y historia comunes. Muchos pueblos querían formar Estados independientes que coincidieran con sus límites nacionales. El Romanticismo cultural exaltó estas ideas de identidad y libertad.
Las revoluciones de 1820 afectaron principalmente a España y Grecia. En España, el comandante Riego se sublevó en 1820 obligando a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, pero la Santa Alianza restauró el absolutismo en 1823.
En Grecia, después de siglos de dominación otomana, los griegos lucharon por su independencia defendiendo su identidad lingüística y religiosa. Con apoyo de toda Europa, lograron la independencia en 1829, convirtiéndose en símbolo del nacionalismo romántico.
💡 Patrón histórico: A lo largo del siglo XIX, cada vez que se reprimían las ideas liberales y nacionalistas, estas resurgían con más fuerza en la siguiente revolución.