Población y transformación urbana
El siglo XIX presenció una expansión demográfica sin precedentes en Europa. El descenso de la mortalidad gracias a los avances médicos, las mejoras en higiene y alimentación, combinado con altas tasas de natalidad hasta 1870, provocó un crecimiento poblacional espectacular.
La mecanización agrícola desplazó a millones de campesinos hacia las ciudades en busca de trabajo, creando una intensa urbanización. Como las ciudades europeas no podían absorber todo este éxodo rural, entre 1800 y 1914 unos 60 millones de personas emigraron a otros continentes.
Las migraciones europeas se produjeron en dos grandes oleadas. La primera, hacia 1830, incluyó principalmente emigración británica y escandinava. La segunda, entre 1870 y 1914, involucró a italianos, españoles, griegos y habitantes del Imperio Turco. Sus destinos principales fueron América (especialmente Estados Unidos, que recibió el 60% de los inmigrantes), Canadá, Brasil, Argentina, Australia y Nueva Zelanda.
Dato impresionante: A principios del siglo XIX ninguna ciudad tenía un millón de habitantes, pero al final del siglo ya había 12 ciudades millonarias en el mundo.
La ciudad industrial creó un nuevo modelo urbano con barrios obreros situados cerca de las fábricas. Estos barrios se caracterizaban por viviendas de materiales de baja calidad, pequeñas, mal ventiladas e iluminadas, sin agua corriente ni baño, con letrinas compartidas por todo el vecindario. Las calles sin empedrar ni alcantarillado acumulaban desechos y agua sucia, provocando epidemias de tifus y cólera.