Del catalanismo cultural al político: bases e instituciones
El verdadero iniciador del catalanismo político fue Valentí Almirall, quien tras romper con el federalismo de Pi i Margall fundó el Centre Català (1882). Su obra "Lo catalanisme" (1886) estableció las bases ideológicas de un catalanismo progresista y su mayor logro fue el "Memorial de Greuges" (1885), primera declaración política catalanista presentada al rey.
Sin embargo, el Centre Català fracasó por falta de apoyos, dando paso a la Lliga de Catalunya (1887), formada por una nueva generación de intelectuales como Àngel Guimerà y Lluís Domènech i Montaner. Sus reivindicaciones incluían la oficialidad del catalán, la defensa del derecho civil catalán y el proteccionismo económico.
Paralelamente se desarrolló un catalanismo conservador ligado al catolicismo, cuyo principal teórico fue el obispo Torras i Bages. El llamado "vigatanismo" (movimiento surgido en Vic) idealizaba la Edad Media catalana y defendía que la esencia de Cataluña radicaba en la familia, la propiedad y la religión.
La coordinación de los diversos grupos catalanistas culminó con la creación de la Unió Catalanista (1891), que elaboró las Bases de Manresa (1892), primer proyecto de autonomía catalana que proponía:
- Soberanía de Cataluña en su gobierno interior
- Oficialidad de la lengua catalana
- Cargos públicos reservados exclusivamente a catalanes
💡 Las Bases de Manresa, aunque nunca se implementaron, marcaron un hito fundamental: por primera vez se formulaba un proyecto político completo para Cataluña, superando la fase puramente cultural o de protestas aisladas.
La maduración definitiva del catalanismo político llegó tras la crisis del 98, cuando el descrédito de los partidos tradicionales y el impacto del "Tancament de Caixes" llevaron a la creación de la Lliga Regionalista (1901), primer partido catalanista moderno con capacidad real para disputar el poder a los partidos dinásticos.