La República y el Terror Revolucionario
Agosto de 1792 marcó un punto de no retorno: las masas asaltaron las Tullerías, la monarquía fue abolida y se proclamó la República. Las elecciones con sufragio universal masculino dieron lugar a la Convención Nacional (1792-1795), dominada por las clases populares y marcada por la guerra y las crisis internas.
El gobierno girondino comenzó con el juicio a Luis XVI. Por un solo voto de diferencia, se aprobó su ejecución, y en enero de 1793 el rey fue guillotinado. Esta decisión dividió internamente a Francia y desafió a todas las monarquías europeas, que formaron una coalición contra la República francesa.
El gobierno jacobino (1793) fue la etapa más radical. Apoyados por los sans-culottes (el pueblo llano), establecieron el Comité de Salvación Pública dirigido por Robespierre. Proclamaron el Terror contra los enemigos de la revolución, redistribuyeron tierras, fijaron precios máximos y establecieron educación primaria gratuita.
La República burguesa (1795) desmanteló la democracia social jacobina tras la caída de Robespierre. La nueva Constitución de 1795 restauró el sufragio censitario y creó el Directorio como poder ejecutivo. Para mantener el orden actuaron cada vez más autoritariamente, hasta que Napoleón Bonaparte dio el golpe del 18 de Brumario (9 noviembre 1799).
El péndulo revolucionario: La revolución osciló entre moderación y radicalismo, demostrando lo difícil que es controlar las fuerzas sociales una vez liberadas.