Hispania Romana y el Reino Visigodo
La llegada de los romanos lo cambió todo para siempre. La conquista romana duró dos siglos 218−19a.C. y no fue nada fácil. Héroes como Viriato y la resistencia de Numancia demostraron que los pueblos peninsulares no se rendirían sin luchar.
Una vez conquistada, comenzó la romanización, un proceso que transformó completamente la península. Los romanos trajeron sus leyes, su idioma (el latín, origen de nuestro español), sus construcciones (como el acueducto de Segovia) y finalmente el cristianismo. La península se volvió tan romana que incluso dio emperadores al imperio: Trajano, Adriano y Teodosio.
Cuando el Imperio Romano se desmoronó, llegaron los pueblos germánicos. Los visigodos establecieron un reino con capital en Toledo que duró tres siglos. Aunque eran minoría, consiguieron unificar la península territorial, religiosa y jurídicamente.
El rey Recaredo fue clave al convertir el reino al catolicismo en 589, logrando la unidad religiosa. Sin embargo, la monarquía visigoda tenía un gran problema: los reyes se elegían, no heredaban el trono, lo que creaba constantes disputas. Una de estas peleas sucesorias facilitó la invasión musulmana del 711, que acabó con el reino visigodo para siempre.
Recuerda: La evolución desde cazadores nómadas hasta reinos organizados muestra cómo las sociedades se vuelven más complejas con el tiempo.