Los Visigodos: El Último Reino Germánico
Cuando varios pueblos germanos (suevos, vándalos, alanos) asolaron la península en el siglo V, Roma envió a los visigodos como aliados para restablecer el orden. Tras la caída del Imperio Romano (476), fueron los únicos que quedaron con autoridad.
Después de ser derrotados por los francos en Vouillé (507), los visigodos se trasladaron masivamente a la península y fundaron el reino visigodo con capital en Toledo, manteniendo algunos territorios en el sur de la Galia.
El reino fue una mezcla de romanismo y germanismo. Mantuvieron la organización administrativa romana, las leyes, el latín y la moneda, pero añadieron derecho consuetudinario germánico y vinculaciones personales.
Se gobernaban con monarquía electiva, lo que causaba terribles guerras civiles. El rey se apoyaba en el Officium (órganos de gestión), el Aula Regia (consejo de magnates y obispos) y los Concilios de Toledo (asuntos religiosos y civiles).
Los visigodos eran una minoría dominante sobre los hispanorromanos. Esta segregación racial se reforzaba con la prohibición de matrimonios mixtos, códigos legales distintos y religiones diferentes (visigodos arrianos, hispanorromanos católicos).
Problema estructural: La segregación étnica y la falta de administradores profesionales entre los visigodos creaban inestabilidad constante en el reino.