Fernando VII: La Restauración Absolutista (1814-1820)
Fernando VII regresó en 1814 como "el Deseado", esperado tanto por liberales como por absolutistas. Pero pronto demostró ser un mal rey, obsesionado solo con su bienestar y conservar su poder absoluto a cualquier precio.
El Tratado de Valençay (1813) le devolvió la corona a cambio de mantener la paz con Francia y perdonar a los afrancesados. Pero Fernando incumplió inmediatamente sus compromisos.
En lugar de ir a Madrid a jurar la Constitución, se dirigió a Valencia, donde 69 diputados absolutistas le presentaron el "Manifiesto de los Persas" pidiendo la restauración del absolutismo. Fernando respondió anulando la Constitución y todas las leyes de Cádiz.
Comenzó entonces una represión política brutal: persiguió a afrancesados y liberales, depuró la administración expulsando a funcionarios valiosos, cerró universidades y reinstauró la Inquisición. España retrocedió seis años en pocas semanas.
La depuración administrativa fue especialmente dañina: se perdió mucha gente competente por motivos puramente políticos, dejando la administración española muy debilitada para los retos que se avecinaban.
Decepción histórica: El rey por el que tanto había luchado España demostró ser un autócrata mediocre que despreció todos los avances conseguidos.