La Evolución de los Fueros hasta su Abolición
Desde la Guerra de Sucesión (1701-1713), los Borbones habían ido recortando fueros por toda España, pero respetaron los vascos y navarros. Durante la invasión napoleónica y con la Constitución de Cádiz, las ideas liberales empezaron a chocar con el sistema foral.
Después del Convenio de Vergara (1839), llegó el momento de la verdad. La reforma foral del 25 de octubre de 1839 intentó adaptar los fueros a la Constitución de 1837, pero fue un parche temporal. En Navarra lograron mantener más autonomía que en el País Vasco.
Durante la Década Moderada, las Diputaciones y Juntas siguieron funcionando, pero con la espada de Damocles encima. Se cerraron definitivamente las aduanas interiores, y los liberales amenazaban constantemente con acabar con todo el sistema.
La segunda guerra carlista y la Revolución de 1868 fueron la puntilla. Cuando Alfonso XII llegó al poder y los carlistas perdieron definitivamente en Zubeltz (1876), ya no había excusas para mantener el sistema foral.
El final inevitable: La ley del 21 de julio de 1876 abolió los fueros, pero a cambio se creó el sistema de concierto económico para evitar revueltas mayores.