La Constitución de 1812
"La Pepa" (aprobada el 19 de marzo, día de San José) es la primera Constitución española y responde a los intereses de la burguesía. Sus 324 artículos se basan en cinco principios fundamentales que cambian España para siempre.
La soberanía nacional pone fin jurídicamente a la monarquía absoluta: el poder político pertenece a la nación, no al rey. Se establece la división de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) y se limita drásticamente el poder del monarca, que solo puede vetar leyes.
La igualdad jurídica de todos los ciudadanos ante la ley elimina los privilegios fiscales del Antiguo Régimen. El sufragio universal masculino (aunque con elecciones indirectas) permite la participación política. Se reconocen los derechos y libertades individuales.
El nuevo Estado es unitario y centralizado, dividido en provincias y municipios, acabando con los privilegios territoriales (fueros vascos y navarros). Se establece un ejército permanente y la Milicia Nacional.
Curiosamente, se mantiene la confesionalidad católica del Estado: no garantiza libertad religiosa, sino que impone una única religión oficial.
Contradicción: Aunque la Constitución es muy avanzada para su época, mantiene la religión católica como única oficial, limitando la libertad religiosa.