El reinado de Carlos IV marcó un período turbulento en la historia de España, caracterizado por importantes crisis políticas y sociales entre 1788 y 1808. Durante su mandato, España se vio envuelta en conflictos internacionales y experimentó graves problemas económicos que culminaron en el histórico Motín de Aranjuez.
Las características del reinado de Carlos IV estuvieron marcadas por la influencia de Manuel Godoy, quien ejerció como primer ministro y verdadero gobernante del país. Entre los acontecimientos importantes destacan la Revolución Francesa y sus consecuencias para España, las guerras contra Francia e Inglaterra, y la firma del Tratado de San Ildefonso. La crisis económica se agravó por los gastos militares y el bloqueo comercial con América, mientras que el descontento popular creció debido a las malas cosechas y la inflación. El Motín de Aranjuez, ocurrido en marzo de 1808, fue una revuelta popular que forzó la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII. Las causas del Motín de Aranjuez incluyeron el descontento con Godoy y la crisis económica, mientras que sus consecuencias más significativas fueron la caída de Godoy y el cambio en la corona española.
Tras las abdicaciones de Bayona, donde tanto Carlos IV como Fernando VII renunciaron a sus derechos al trono español en favor de Napoleón Bonaparte, se instauró el reinado de José Bonaparte en España. Como rey, José I intentó modernizar el país con diversas reformas, incluyendo la abolición de la Inquisición y la reforma administrativa del Estado. Sin embargo, su gobierno, apodado despectivamente como "Pepe Botella", nunca fue realmente aceptado por el pueblo español, que lo consideraba un usurpador impuesto por su hermano Napoleón. Su reinado estuvo marcado por la Guerra de la Independencia española y finalmente abandonó el país en 1813, terminando así un período crucial en la historia de España que transformó profundamente las estructuras políticas y sociales del país.