La Segunda Revolución Industrial
A partir de 1870 comenzó la Segunda Revolución Industrial, caracterizada por nuevas fuentes de energía y sectores productivos. La electricidad, impulsada por la dinamo y el transformador, facilitó la producción masiva y transporte de energía. Esto abarató costes y permitió instalar industrias en lugares sin materias primas. La electricidad hizo posible inventos como la bombilla, el teléfono y el cinematógrafo.
El petróleo comenzó a extraerse en EEUU a mediados del siglo XIX. Inicialmente se usaba para iluminación, pero tras la invención del motor de explosión y el diésel, se convirtió en combustible para maquinaria y transportes.
Surgieron nuevos medios de transporte como tranvías, metros, automóviles y aviones. La industria del automóvil, liderada por Henry Ford, revolucionó la producción. La industria química desarrolló pesticidas, abonos, tintes y productos farmacéuticos. En construcción, el acero y hormigón armado permitieron edificar rascacielos.
Se desarrollaron nuevas formas de producción como la fabricación en cadena o taylorismo, que dividía el proceso productivo en pequeñas partes con tiempos cronometrados. Cada obrero realizaba solo una parte del trabajo, convirtiéndose en especialista. Henry Ford aplicó este sistema en sus cadenas de montaje de automóviles (fordismo).
🚗 El modelo T de Ford revolucionó la producción: antes de la cadena de montaje, fabricar un coche llevaba 12,5 horas; con el fordismo, sólo 1,5 horas. Esto redujo tanto el precio que muchos trabajadores pudieron permitirse comprar uno.