La nueva monarquía borbónica
Los primeros Borbones (Felipe V, Fernando VI y Carlos III) implantaron reformas inspiradas en el modelo francés para establecer una monarquía absolutista, centralizada y unitaria. Los Decretos de Nueva Planta (1707-1716) suprimieron los fueros e instituciones de la Corona de Aragón, integrándolos al sistema castellano, aunque Navarra y las provincias vascas, fieles a Felipe V, conservaron sus privilegios.
La administración central se transformó: el Consejo de Castilla aumentó sus prerrogativas, mientras otros consejos fueron sustituidos por Secretarías de Estado y del Despacho (antecedentes de los ministerios actuales). Las Cortes de Castilla incorporaron ciudades aragonesas, convirtiéndose en Cortes Generales del Reino.
💡 La nueva organización territorial dividió España en provincias y capitanías generales con poder militar y administrativo, introduciendo la figura del intendente como representante del gobierno central en materias de hacienda, reclutamiento y obras públicas.
El ejército y la armada también se modernizaron: se implantó el sistema de reclutamiento obligatorio (quintas), se construyeron importantes astilleros (El Ferrol, Cádiz y Cartagena), y los antiguos tercios fueron reemplazados por regimientos. Estas reformas, aunque ambiciosas, tuvieron una aplicación desigual, y algunas iniciativas importantes como la Única Contribución de Ensenada o la reforma agraria de Jovellanos no llegaron a implementarse completamente.