Los partidos dinásticos: Dos caras de la misma moneda
El Partido Conservador de Cánovas agrupaba a los sectores más conservadores: grandes terratenientes, alta burguesía industrial y financiera, jerarquía católica y alta nobleza. Tras la muerte de Cánovas (1897), Francisco Silvela intentó mantener la unidad del partido.
Sus bases ideológicas eran claras: proteccionismo económico, Estado confesional católico, sufragio censitario y defensa del orden social establecido. En Cataluña destacaron figuras como Manuel Duran Bas o Joan Mañé i Flaquer.
El Partido Liberal de Sagasta reunía a antiguos progresistas, unionistas, demócratas y amadeuistas. Su base social incluía pequeña y mediana burguesía urbana, pequeños propietarios rurales, funcionarios y profesionales liberales.
Defendían la libertad religiosa, el librecambio, el sufragio universal masculino y un reformismo social más avanzado. Entre sus líderes destacaron José Canalejas, Eugenio Montero Ríos y Segismundo Moret. En Cataluña, Víctor Balaguer y Francesc Rius i Taulet.
Paradoja del sistema: A pesar de sus diferencias teóricas, ambos partidos habían acordado tácitamente no promulgar leyes que obligasen al rival a derogarlas al llegar al poder.