Absolutismo monárquico y crisis del Antiguo Régimen
La monarquía absoluta de derecho divino era el sistema político dominante del Antiguo Régimen. La autoridad del rey provenía supuestamente de Dios, lo que le otorgaba un poder arbitrario no sujeto a límites legales. El monarca nombraba a todos los magistrados, administraba justicia y dirigía la política exterior y el ejército.
El poder real estaba teóricamente limitado por la ley divina, el derecho natural y los privilegios de la nobleza, pero en la práctica, los reyes evitaban convocar a los parlamentos para escapar a su control. La gran excepción era Gran Bretaña, donde tras dos revoluciones en el siglo XVII, se estableció una monarquía parlamentaria que limitaba los poderes del rey y separaba los poderes ejecutivo y legislativo.
💡 Dato interesante: El modelo británico de separación de poderes sirvió como inspiración fundamental para los pensadores de la Ilustración.
La Ilustración fue el movimiento intelectual que durante el siglo XVIII cuestionó la organización del Antiguo Régimen. Los ilustrados propusieron un nuevo modelo basado en los principios de libertad e igualdad, configurando las bases del liberalismo político. Montesquieu defendió la división de poderes, mientras que Rousseau desarrolló principios democráticos como la soberanía popular.
El pensamiento ilustrado tuvo influencia en algunas cortes europeas, dando lugar al Despotismo Ilustrado, un sistema donde los monarcas, sin renunciar a su poder absoluto, impulsaron reformas limitadas, especialmente en los campos educativo y económico. Federico II de Prusia y Catalina de Rusia fueron los monarcas ilustrados más famosos.