Los primeros intentos de unificación italiana
Después de décadas de dominación napoleónica, Italia vivió la restauración de los príncipes absolutistas en 1815. Austria se convirtió en la potencia hegemónica del norte gracias al control del Milanesado y Venecia. Esto despertó un fuerte sentimiento antiaustriaco entre los intelectuales italianos.
El ideal nacional italiano, conocido como Risorgimento, se gestó en círculos liberales y sociedades secretas como los carbonarios. Las revoluciones de 1820 y 1831 intentaron cambiar esta situación, pero fueron aplastadas por la intervención de la Santa Alianza y los regímenes absolutistas.
Entre 1820 y 1830 surgieron tres propuestas diferentes para la unificación: la república democrática de Mazzini y Garibaldi, una federación de estados en torno al Papa, y una monarquía constitucional bajo la Casa de Saboya propuesta por Cavour. Esta última opción será la que finalmente triunfe.
La revolución de 1848 obligó a muchos estados italianos a adoptar reformas liberales, aunque el fracaso general del movimiento revolucionario europeo frenó temporalmente las aspiraciones unitarias.
Recuerda: El Reino de Piamonte-Cerdeña fue el único estado que mantuvo las reformas liberales tras 1848, convirtiéndose en el núcleo de la futura unificación.