Crisis moderada y el Bienio Progresista
El régimen moderado entró en crisis por varios factores protestas contra las quintas (servicio militar obligatorio), motines, huelgas obreras y acciones de demócratas y republicanos. Además, la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) o "Guerra dels Matiners" estalló en Cataluña como respuesta a la centralización que amenazaba los fueros.
La inestabilidad se agravó por las divisiones internas que provocaron ocho gobiernos en apenas dos años. El punto crítico llegó con la reforma de Bravo Murillo (1852), que pretendía restringir aún más el sufragio y permitir gobernar autoritariamente suspendiendo las Cortes, provocando la oposición incluso de sectores moderados.
Esta deriva autoritaria desencadenó la Revolución de 1854, iniciada con el Pronunciamiento de Vicálvaro liderado por O'Donnell. El Manifiesto de Manzanares, de contenido reformista, logró que Isabel II aceptara el restablecimiento de la Milicia Nacional y las libertades, formándose un gobierno presidido por Espartero con O'Donnell como ministro de Guerra. Este período, conocido como Bienio Progresista, impulsó importantes reformas económicas
- Nueva Ley de Desamortización de Pascual Madoz (1855) que afectó a bienes religiosos, militares y municipales
- Ley General de Ferrocarriles (1855) que atrajo inversiones extranjeras
- Modernización con el telégrafo, carreteras y desarrollo bancario
💡 El Bienio Progresista representó un intento de acelerar la modernización económica de España, pero su impacto social fue contradictorio, perjudicando especialmente al pequeño campesinado que perdió el acceso a tierras comunales.
La conflictividad social aumentó y provocó medidas militares de represión apoyadas por O'Donnell pero rechazadas por Espartero. La reina se decantó finalmente por O'Donnell, nombrándolo jefe de Gobierno en julio de 1856, lo que provocó resistencia progresista que fue aplastada militarmente, poniendo fin al Bienio.