Las Dos Etapas de la Restauración y su Crisis Final
Durante la primera etapa (1875-1885), los gobiernos conservadores de Cánovas consolidaron el régimen. La sociedad, exhausta tras años de inestabilidad, aceptó un sistema centralista y autoritario. Ayudó mucho la buena situación económica y la popularidad de Alfonso XII, especialmente tras su matrimonio con Mercedes de Orléans y su temprana viudedad.
El Pacto del Pardo (1885) cambió las reglas del juego. Ante la muerte prematura de Alfonso XII, Cánovas cedió el poder a Sagasta para garantizar la estabilidad durante la regencia de María Cristina. Este gesto demostró la madurez del sistema, pero también su artificialidad.
La segunda etapa (1885-1902) vio gobiernos liberales más reformistas. Sagasta aprobó leyes progresistas como la abolición de la esclavitud (1888), el nuevo Código Civil (1889) y, especialmente, el sufragio universal masculino (1890). Sin embargo, el fraude electoral siguió vaciando de contenido estas reformas democráticas.
El Desastre del 98 supuso un durísimo golpe para el sistema. La pérdida de Cuba y Filipinas frente a Estados Unidos provocó una profunda crisis moral que cuestionó los fundamentos del régimen. Intelectuales como Joaquín Costa pidieron "escuela y despensa" y "siete llaves al sepulcro del Cid" para modernizar España y mirar hacia el futuro europeo.
Reflexión importante: El regeneracionismo surgido tras 1898 planteaba la necesidad urgente de reformas que modernizaran España, sentando las bases de los debates políticos del siglo XX.