Las constituciones y la modernización del país
El período isabelino ve nacer varias constituciones que reflejan los cambios políticos del momento. Primero el Estatuto Real de 1834 (demasiado conservador), después la Constitución de 1837 (más liberal, inspirada en la de Cádiz) y finalmente la Constitución de 1845 (moderada, que establece el catolicismo como religión oficial).
El reinado de Isabel II pasa por varias etapas: la década moderada (1844-1854), el bienio progresista (1854-1856) y la crisis final (1856-1868). Esta última fase se caracteriza por un autoritarismo creciente que acaba provocando la Revolución Gloriosa de 1868, que destronará a Isabel II.
A pesar de la inestabilidad política, se aprueban reformas fundamentales para modernizar España. La división provincial organiza mejor el territorio, la Ley de Caminos de Hierro impulsa el ferrocarril, y las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz ponen en venta las tierras de la Iglesia y los municipios.
También se crean instituciones clave como la Guardia Civil (para garantizar el orden en el campo) y se aprueba la Ley de Instrucción Pública de 1857 para combatir el analfabetismo. Estas reformas, aunque lentas, van construyendo las bases del estado liberal moderno.
Clave para el examen: Las desamortizaciones son fundamentales porque cambian la estructura de la propiedad en España y financian las reformas liberales, aunque también generan nuevos problemas sociales.