Del Consulado al Imperio Napoleónico
El Consulado (1799-1804) surgió tras un golpe de estado, estableciendo un sistema donde Napoleón, como primer cónsul, concentraba el poder ejecutivo. La Constitución de 1800 legitimó este sistema, otorgándole un mandato de 10 años renovable, mientras los otros dos cónsules tenían funciones meramente consultivas.
Durante esta etapa de estabilidad política, Napoleón implementó importantes reformas creó el Banco de Francia para estabilizar la moneda, promulgó el Código Civil (1804) que abolió privilegios y confirmó la igualdad jurídica, y reforzó la centralización estatal. En el ámbito internacional, firmó un Concordato con la Santa Sede (1801) y brevemente hizo la paz con Reino Unido.
💡 El Código Napoleónico fue revolucionario porque estableció un sistema legal moderno que influyó en numerosos países y sigue siendo la base de muchos sistemas jurídicos actuales.
La transformación hacia el Imperio Francés (1804-1815) se concretó cuando Napoleón se autocoronó Emperador en Notre Dame, simbolizando su superioridad incluso sobre la Iglesia. Esta nueva forma de gobierno mantenía una apariencia representativa, pero en realidad Napoleón controlaba los tres poderes y estableció una monarquía hereditaria. Creó además una nueva nobleza basada en méritos y convirtió a sus familiares en reyes de estados satélites.
Las guerras napoleónicas llevaron a Francia a dominar gran parte de Europa hasta 1812. A pesar de la derrota naval en Trafalgar (1805), las victorias terrestres en Austerlitz (1805) y Jena (1806) consolidaron su poder. Napoleón creó la Confederación del Rin, decretó un bloqueo continental contra Reino Unido y convirtió España en estado satélite, desencadenando la Guerra de Independencia española. El declive imperial comenzó con la desastrosa campaña rusa de 1812 y las derrotas en España.