La Crisis de 1808 y la Guerra de Independencia
¿Te has preguntado alguna vez cómo pudo España, un gran imperio, caer en manos de Napoleón tan fácilmente? La respuesta está en la crisis del absolutismo bajo Carlos IV, un rey que simplemente no sabía cómo manejar los enormes problemas de su país.
La monarquía española estaba literalmente quebrada. La quiebra financiera obligó a desamortizar bienes de la Iglesia, mientras que las malas cosechas provocaron hambrunas y revueltas sociales. Para colmo, la pérdida del comercio americano destrozó la economía nacional.
Los líos internacionales empeoraron todo. Primero España luchó contra Francia revolucionaria, luego se alió con ella mediante el Tratado de San Ildefonso. Esta alianza llevó al desastre de Trafalgar contra los británicos, hundiendo el prestigio de Carlos IV por los suelos.
El golpe final llegó con el Tratado de Fontainebleau, que permitía a las tropas francesas cruzar España para atacar Portugal. Pero Napoleón tenía otros planes: sus soldados se instalaron en las principales ciudades españolas. El Motín de Aranjuez derrocó a Godoy y Carlos IV abdicó, pero en las Abdicaciones de Bayona, Napoleón se quedó con la corona española y puso a su hermano José Bonaparte como rey.
¡Ojo con esto! Los afrancesados apoyaban a José I porque veían una oportunidad de modernizar España, pero el pueblo los consideraba traidores.