La Política de María Cristina y las Primeras Reformas
María Cristina intentó navegar entre el absolutismo y el liberalismo para mantener el trono de su hija. Su primer ministro, Cea Bermúdez, aprobó el Manifiesto del 4 de octubre (1833) con reformas importantes: dividió España en 49 provincias, liberalizó el comercio y reactivó las Milicias Nacionales.
Cuando Cea dimitió por no convocar las Cortes, le sucedió Martínez de la Rosa, que aprobó el Estatuto Real (1834). Este documento establecía unas Cortes bicamerales pero muy limitadas, donde solo podían votar unos 16.000 españoles con rentas altas.
Las protestas sociales de 1835 llevaron al poder a Mendizábal, que inició reformas liberales decisivas. Suprimió los mayorazgos, abolió el régimen señorial y comenzó la desamortización eclesiástica: el Estado se apropió de las tierras del clero regular para venderlas y financiar la guerra carlista.
El período culminó con la Constitución de 1837, que establecía la soberanía compartida entre la Nación y la Corona, mantenía las Cortes bicamerales y el sufragio censitario. Sin embargo, los conflictos por la Ley de Ayuntamientos llevaron al exilio de María Cristina en 1840.