Los pilares de la nueva España
La Constitución de 1812 estableció principios revolucionarios para la época que transformaron España de arriba abajo. Sus fundamentos básicos cambiaron las reglas del juego político para siempre.
El texto consagraba la soberanía nacional (el poder reside en el pueblo), la división de poderes (legislativo para las Cortes, ejecutivo para el rey, judicial para los tribunales) y una amplia declaración de derechos fundamentales. También establecía el sufragio masculino indirecto y mantenía el catolicismo como religión oficial.
Las Cortes no se limitaron a redactar la Constitución. Tomaron medidas concretas para acabar con el Antiguo Régimen: abolieron los señoríos, eliminaron los gremios, establecieron la libertad de comercio, suprimieron el mayorazgo y desamortizaron las tierras del clero.
Sin embargo, esta revolución liberal tenía sus límites. Defendía principalmente los intereses de la burguesía y las clases populares quedaron excluidas del proceso. Además, necesitaba paz social y colaboración real para funcionar, algo que nunca llegó.
⚡ Punto clave: Aunque Fernando VII la derogó en 1814, "La Pepa" se convirtió en símbolo de libertad y volvió a aplicarse en 1820-1823 y sirvió de modelo para futuras constituciones.