El Pleito Dinástico y la Primera Guerra Carlista
El final del reinado de Fernando VII fue un culebrón dinástico que marcó el futuro de España. El rey se casó con María Cristina y tuvieron una hija: Isabel. Como era mujer, Fernando VII tuvo que derogar la Ley Sálica con la Pragmática Sanción de 1830.
En 1832 pasó algo muy turbio: los Sucesos de La Granja. Los sectores ultraconservadores aprovecharon que Fernando VII estaba enfermo para obligarle a anular la Pragmática Sanción. Pero cuando se recuperó, la volvió a poner en vigor.
Cuando Fernando VII murió en 1833, María Cristina asumió la regencia de su hija Isabel II. Pero Carlos María Isidro (hermano del rey) reclamó el trono basándose en la Ley Sálica. Así empezó la Primera Guerra Carlista (1833-1839).
Los liberales apoyaron a Isabel II y recibieron ayuda de la Cuádruple Alianza (Inglaterra, Francia, Portugal). Los carlistas defendían el absolutismo, los fueros y la tradición religiosa, con apoyo moral de Rusia, Prusia y Austria.
La guerra tuvo momentos épicos como las victorias de Zumalacárregui en el País Vasco hasta su muerte en 1835. La guerra acabó con el Abrazo de Vergara en 1839 entre Espartero y Maroto, que firmaron la paz respetando los fueros vascos.
Punto clave: La Guerra Carlista enfrentó dos concepciones de España: la liberal y moderna frente a la tradicional y absolutista.