La Guerra de la Independencia española fue uno de los acontecimientos más significativos de la historia de España, marcando un antes y un después en la configuración del Estado moderno español.
El conflicto se inició en 1808 cuando Napoleón Bonaparte, aprovechando la crisis de la monarquía borbónica, invadió España con el pretexto de conquistar Portugal. Los acontecimientos del 2 de mayo en Madrid, con el levantamiento popular contra las tropas francesas, desencadenaron una guerra que duraría hasta 1814. La resistencia española se organizó a través de juntas provinciales y la Junta Central Suprema, mientras que las guerrillas jugaron un papel fundamental en el desgaste del ejército francés. La alianza con Gran Bretaña, liderada por el duque de Wellington, fue crucial para la victoria final.
Durante este período se promulgó la Constitución de 1812, conocida como "La Pepa", que estableció principios fundamentales como la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos individuales. Esta constitución, aunque tuvo una vigencia limitada, sentó las bases del liberalismo español y marcó el fin del Antiguo Régimen. Las consecuencias de la Guerra de la Independencia española fueron profundas: devastación económica, pérdida de población, inicio del proceso de independencia de las colonias americanas y el surgimiento de un sentimiento nacional español moderno. El conflicto también tuvo un impacto significativo en regiones como el País Vasco, donde las instituciones forales se vieron afectadas y se generaron tensiones que influirían posteriormente en el desarrollo del nacionalismo vasco. La guerra terminó con la expulsión de los franceses y el retorno de Fernando VII, quien abolió la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo, dando inicio a un nuevo período de conflictos entre liberales y absolutistas que marcaría el siglo XIX español.