La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
¿Te imaginas un país dividido entre dos hermanos que se disputan el trono? Esto es exactamente lo que pasó cuando murió Fernando VII en 1833. Isabel II heredó el trono siendo solo una niña, pero Carlos María Isidro, hermano del rey fallecido, también reclamaba sus derechos basándose en la ley Sálica que impedía reinar a las mujeres.
Lo que empezó como una simple guerra de sucesión se convirtió en algo mucho más profundo. Los carlistas no solo defendían a Don Carlos, sino que representaban el Antiguo Régimen: "Dios, patria y rey" era su lema. Estaban formados por nobles, clero rural, campesinos y artesanos que temían los cambios liberales.
💡 Dato clave: Los fueros eran privilegios medievales que permitían a vascos y navarros no pagar ciertos impuestos ni hacer el servicio militar. ¡Imagínate lo que suponía perder eso!
La cuestión foral fue crucial para entender por qué el carlismo triunfó en el norte. Las zonas rurales de País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón apoyaron a los carlistas porque temían perder sus fueros tradicionales frente al centralismo liberal.
La guerra tuvo tres etapas claras. Primero dominaron los carlistas con Zumalacárregui, pero su muerte en el sitio de Bilbao (1835) cambió las tornas. Después fracasaron las expediciones carlistas hacia Madrid. Finalmente, el Convenio de Vergara (1839) puso fin al conflicto con el famoso "abrazo" entre Espartero y Maroto.