Del Absolutismo al Liberalismo: España entre 1808 y 1833
La crisis de la monarquía española comenzó bajo el reinado de Carlos IV, con el impopular valido Manuel Godoy y los desastres militares como Trafalgar. El descontento culminó en el Motín de Aranjuez 17−19marzo1808, que forzó la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Sin embargo, Napoleón aprovechó esta inestabilidad para atraer a ambos a Bayona, donde consiguió sus abdicaciones e impuso a su hermano José como rey.
La Guerra de Independencia (1808-1814) contra la ocupación francesa dio lugar a las Cortes de Cádiz y su obra legislativa revolucionaria. Tras la derrota francesa y el Tratado de Valençay, Fernando VII regresó a España, pero en lugar de aceptar los cambios, restauró el absolutismo durante el Sexenio Absolutista (1814-1820). El rey abolió toda la legislación liberal mediante el Decreto de Valencia y persiguió a los constitucionalistas.
Los liberales intentaron varios pronunciamientos fallidos hasta que el 1 de enero de 1820, el coronel Rafael del Riego logró triunfar al alzarse en Las Cabezas de San Juan. Su éxito obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823). Este período de gobierno constitucional terminó cuando la Santa Alianza intervino para restaurar el absolutismo, ejecutando a Riego y persiguiendo nuevamente a los liberales.
💡 La Década Ominosa (1823-1833) llevó al régimen absolutista a un callejón sin salida por dos razones: la quiebra de la Hacienda y el problema sucesorio que daría origen a las Guerras Carlistas.
Los últimos años del reinado de Fernando VII estuvieron marcados por la publicación de la Pragmática Sanción, que permitía reinar a las mujeres, asegurando así que su hija Isabel pudiera sucederle. Esta decisión provocó la oposición de su hermano Carlos María Isidro, dando origen al carlismo. Paradójicamente, la defensa de los derechos de Isabel II llevó a los absolutistas moderados a aliarse con los liberales, acelerando el fin definitivo del Antiguo Régimen en España.