La sociedad urbana industrial en la Europa del siglo XIX experimentó transformaciones profundas que cambiaron para siempre el panorama social y económico del continente. Durante este período, las ciudades europeas crecieron exponencialmente debido a la migración masiva de trabajadores rurales que buscaban empleo en las nuevas fábricas. El impacto industrialización en ciudades europeas se manifestó en el desarrollo de barrios obreros densamente poblados, con condiciones de vida precarias y problemas de salubridad.
Los cambios sociales siglo XIX movimiento obrero surgieron como respuesta a las duras condiciones laborales de la época. Los trabajadores comenzaron a organizarse en sindicatos y asociaciones para defender sus derechos, exigiendo mejores salarios, reducción de la jornada laboral y condiciones más seguras en las fábricas. Este movimiento obrero fue fundamental en la creación de las primeras leyes laborales y en el establecimiento de derechos básicos para los trabajadores. Las mujeres y los niños, que constituían una parte importante de la fuerza laboral industrial, fueron especialmente vulnerables a la explotación, trabajando largas jornadas en condiciones peligrosas por salarios muy bajos.
La industrialización también provocó cambios significativos en la estructura social, con el surgimiento de una nueva clase media urbana y una burguesía industrial poderosa. Las ciudades se transformaron con la construcción de fábricas, almacenes y nuevas infraestructuras como ferrocarriles y puertos. La contaminación ambiental, el hacinamiento y las enfermedades se convirtieron en problemas graves en las zonas urbanas, lo que llevó al desarrollo de sistemas de alcantarillado, suministro de agua potable y otras mejoras en la planificación urbana. Estos cambios sentaron las bases para el desarrollo de la sociedad moderna y el estado del bienestar que conocemos hoy.