El reinado de Isabel II marcó una época de profunda transformación y conflicto político en España durante el siglo XIX. Este período histórico estuvo caracterizado por intensas luchas entre diferentes facciones que buscaban el control del poder.
La primera guerra carlista causas se originaron cuando Fernando VII modificó la ley de sucesión para permitir que su hija Isabel heredara el trono, desatando un conflicto con su hermano Carlos María Isidro y sus seguidores. Los carlistas defendían un modelo de estado absolutista y tradicional, mientras que los isabelinos (también llamados cristinos) apostaban por un liberalismo moderado. Este enfrentamiento ideológico dividió profundamente a la sociedad española, especialmente en regiones como el País Vasco y Navarra, donde las fuerzas carlistas Navarra 1834 tuvieron su principal bastión debido al apoyo popular y las condiciones geográficas favorables para la guerra de guerrillas.
Durante este período, España experimentó importantes cambios sociales y económicos. Se implementaron reformas liberales como la desamortización de Mendizábal, que afectó significativamente a la Iglesia y cambió la estructura de la propiedad de la tierra. El reinado de Isabel II también vio el desarrollo inicial de la industrialización en algunas regiones, principalmente en Cataluña, aunque el país seguía siendo mayoritariamente agrario. La inestabilidad política fue una constante, con frecuentes cambios de gobierno, pronunciamientos militares y luchas entre moderados y progresistas, que finalmente contribuyeron al deterioro del sistema político y llevaron al destronamiento de Isabel II en 1868 con la Revolución Gloriosa.