La arquitectura gótica representa uno de los periodos más importantes del arte medieval europeo, especialmente en Francia. Las Características de la arquitectura gótica en Francia incluyen elementos revolucionarios como los arbotantes, los arcos ojivales y las bóvedas de crucería, que permitieron crear estructuras más altas y luminosas. Estas innovaciones técnicas hicieron posible abrir grandes ventanales y rosetones que inundaban de luz natural el interior de las catedrales, simbolizando la luz divina.
La Comparativa entre el arte románico y el gótico muestra una clara evolución arquitectónica. Mientras el románico se caracterizaba por muros gruesos, espacios oscuros y una sensación de pesadez, el gótico logró edificios más esbeltos y luminosos gracias a sus avances estructurales. Los muros ya no necesitaban ser tan gruesos porque el peso se distribuía a través de los arbotantes hacia los contrafuertes exteriores. Esta revolución constructiva permitió que las catedrales góticas alcanzaran alturas sin precedentes, como la Catedral de Chartres o Notre-Dame de París.
La Influencia francesa en la arquitectura gótica europea fue determinante para el desarrollo de este estilo en otros países. El modelo francés se extendió rápidamente por toda Europa, adaptándose a las características locales de cada región. Las catedrales francesas sirvieron como ejemplo para construcciones en Inglaterra, Alemania, España e Italia, aunque cada país desarrolló sus propias variantes del estilo. Los maestros constructores franceses viajaban por Europa compartiendo sus conocimientos técnicos y artísticos, lo que contribuyó a la difusión de elementos característicos como las grandes vidrieras, las agujas elevadas y la decoración escultórica naturalista. Esta expansión del gótico francés transformó el paisaje urbano medieval europeo y estableció un nuevo estándar en la arquitectura religiosa que perduró durante siglos.