La prehistoria representa un periodo fundamental en el desarrollo de la humanidad, marcado por importantes cambios entre el Paleolítico y Neolítico. Durante el Paleolítico (2.5 millones - 10.000 a.C.), los humanos vivían como cazadores-recolectores nómadas en pequeños grupos, utilizando herramientas de piedra tallada y habitando en cuevas o campamentos temporales. La organización social era simple, basada en bandas de 20-30 personas con una división básica del trabajo por género y edad.
El paso al Neolítico (10.000 - 3.000 a.C.) marcó una revolución en las diferencias sociales entre Paleolítico y Neolítico. Los grupos humanos se volvieron sedentarios, desarrollando la agricultura y la ganadería como bases de su economía. Las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico son notables: surgieron los primeros poblados permanentes, se desarrolló la cerámica, y apareció la propiedad privada. La sociedad se volvió más compleja, con jerarquías sociales y especialización del trabajo. Entre las principales causas del cambio del Paleolítico al Neolítico destacan los cambios climáticos del final de la última glaciación y el desarrollo de nuevas tecnologías.
La evolución continuó hasta llegar a periodos como la romanización, que transformó significativamente la península ibérica. La romanización de Hispania introdujo nuevos sistemas de organización social, económica y cultural, incluyendo el latín, el derecho romano, y nuevas técnicas agrícolas y constructivas. Este proceso, que duró varios siglos, sentó las bases de la cultura hispánica actual, demostrando cómo las sociedades humanas han evolucionado constantemente desde las etapas del Paleolítico hasta nuestros días.